Día tres y sólo va a mejor. Tras una cómoda noche, nos hemos levantado, nos hemos animado y movido con una buena ronda de ejercicios: nos han puesto a correr, a hacer abdominales, flexiones y estiramientos. En un momento, estábamos más frescos que una lechuga.
Una vez calentamos, dimos paso al desayuno para coger fuerzas, nos esperaba la primera marcha del campamento. Nos equipamos, nos pusimos crema, cogimos agua, gorras y nos encomendamos al Señor, para afrontar esta pequeña peregrinación, y… ¡por fin salimos! Estuvimos caminando 13 km disfrutando de las vistas de la sierra de Madrid, sin duda alguna, un regalo de Dios. También visitamos el campanario de la Virgen del Espino, nos pusimos en su manos rezando el rosario de vuelta a casa.
Llegamos agotados, pero nos esperaban unas ricas lentejas y albóndigas para recuperar energía. Por la tarde, descansamos, jugamos y recibimos catequesis. Ademas, nos vinos a visitar uno de los nuevos diáconos que se ordenó hace dos semanas. Esteban, nos trajo helados y pudimos compartir la eucaristía con el y nos habló de la importancia de los diáconos y el camino del seminario; «enseña lo que crees y vive lo que enseñas».
Por la noche, nuestras capacidades estratégicas se pusieron a prueba, en una increíble batalla entre los ejércitos de Rommel y Montgomery. Fue una batalla apasionante en la que la tensión se palpaba en el ambiente; finalmente la victoria se la llevó el ejercito de Montgomery. Aun así, Rommel se está preparando para la venganza…
Cerramos el día con completas, dientes, pijama y a la cama.