Primera marcha. Subida a La Peñota. Ayer fue un día duro. Hicimos una marcha durante todo el día a la La Peñota, una de las montañas de la sierra de Guadarrama.
Comenzamos la marcha después de despertarnos con la rutina de ejercicios, desayunar, hacer un rato de oración y hacer las tareas. Salimos en cuanto pudimos cada uno con su comida rumbo a la cima de la montaña.
A mitad de subida celebramos la eucaristía en medio del monte. Con unas vistas espectaculares como retablo. Creación en estado puro. Después de comulgar y agradecer el regalo que estaba siendo el día continuamos subiendo, ahora por un sendero que nos puso a todos un poco al límite. Nos ayudamos entre todos para llegar hasta arriba y ayudó mucho al ánimo no dejar de cantar. Llegamos a un collado y nos hicimos una foto para inmortalizar el momento. La cima la dejamos para otra ocasión, siempre hay que dejarse algo para volver. Buscamos una sombra para comer y estuvimos descansando un rato.
La bajada la hicimos por otro camino. Bajar siempre cuesta menos que subir. Teníamos un extra de motivación ya que lo que nos esperaba abajo era la piscina municipal de Los Molinos. Parecía que no aguantábamos tanto, era ver una fuente y empezábamos una guerra de agua. Llegamos a la piscina y pudimos reponer fuerzas. Agua fresca, batallas de caballos, marco polo y juegos de mesa. Estuvimos tres horas y como si fueran tres minutos. Nos fuimos los últimos a casa para ducharnos y cenar.
Después de cenar hubo reparto de doblones. Ayer el acampado del día fue Fernando Moreno, por haber estado todo el día pensando en los demás y por sus esfuerzos para hacer que Artem se sintiera como en casa.
Tuvimos un rato de tiempo libre, no podía faltar un poco de fútbol nocturno y después de rezar completas nos fuimos a la cama que estábamos agotados. Fue un día muy intenso pero muy divertido. Nos fuimos a la cama muy agradecidos.