El 31 de octubre, muchos optan por apuntarse a la moda de Halloween, pero para los cristianos esta fecha es la víspera de Todos los Santos que, al contrario de Halloween, nos enseña que la muerte no es el final y nos llama a la trascendencia. Además, el 2 de noviembre la Iglesia recuerda a los fieles difuntos. Aprovechando esta fecha, el Colegio Arzobispal recibió a tres personas para darnos su testimonio sobre esta cuestión.
Una de las personas que vino fue Milagros, la responsable de la Fundación Blas Méndez Ponce. Ella optó por cambiar de vida después de perder a su hijo por un cáncer terminal. Su asociación ayuda a otros niños que están sufriendo por el cáncer y les propone poder viajar con aquellos cuidados que necesitan y olvidarse por unos días de las salas del hospital. Estas actividades pueden ayudar a mejorar a los pacientes y los acerca a la felicidad.
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También vino Alonso, un psicólogo que trabaja en un centro de cuidados paliativos. Estos se centran en las personas que están a punto de morir y las acompañan desde un punto de vista médico, psicológico y espiritual. Haciendo alusión a paliativos, nos recordó que a todas las personas, sean ricas o pobres, se les trata por igual. Alonso relató que su conversión fue a través de su trabajo, porque a través de él comprendió que Dios explicaba el sentido del dolor.
También vino Pablo, uno de los actuales sacerdotes de Parroquia de La Paloma. Pablo que era hermano de Javier, el sacerdote que murió durante la explosión de gas sufrida hace ya dos años. Vino a explicarnos que la muerte no es el final y que incluso en el momento en el que su hermano estaba en el hospital, tuvo fe y esperanza por la resurrección. Además de que se dio cuenta de que hasta en esos momentos hay que dar gracias a Dios. Por último, nos explicó que no debemos pensar todo el rato en la muerte, porque si no, no viviríamos.
La jornada terminó con una mesa redonda y la celebración de la Eucaristía y pudimos sacar algunas conclusiones interesantes. La muerte es algo natural que nos llegará a todos, pero a pesar de ello, no debemos pensar siempre en la muerte porque nos podría impedir disfrutar de la vida. Además, las palabras de los invitados nos recordaron que el Señor nos ofrece un mensaje de esperanza y salvación que hacen de este paso una puerta a la vida eterna en su presencia.
Adrián Fernández Comas, 4º ESO