El pasado verano, un grupo de alumnos del colegio acudieron a reconstruir un monasterio de las monjas clarisas en Vizcaya (País Vasco).
Todo empezó la mañana del 2 de agosto, cuando, tras hacerse una prueba Covid, y celebrar misa, los alumnos partieron hacia la ciudad de Orduña (Vizcaya), con sus formadores y un grupo de seminaristas mayores, concretamente uno de cada curso. Ahí se llevaron la primera sorpresa, ya que iban a pasar el día en la playa de Sopelana. Tras eso, llegaron al Monasterio de Santa Clara, donde iban a pasar estos días.
La rutina diaria era más o menos igual cada día: Nos levantábamos aproximadamente a las 8, rezabamos 30 minutos y cogíamos fuerzas para el trabajo con el desayuno.
Ahí, nos pusimos manos a la obra, y algunas de las tareas que se nos encomendaron fueron las siguientes :
- Limpiar la maleza acumulada tras muchos años en los que el lugar estuvo deshabitado (tirar árboles, arrancar hierbas, limpiar campos)
- Derribar,tirar o arreglar paredes,muros,fuentes…
- Limpiar y preparar un horno de leña
- Retirar y transportar escombros a un camión de limpieza
Tras este duro trabajo, era la hora de la comida, donde ayudabamos a recoger, servir o fregar la comida. Luego teníamos unos 30 minutos para descansar y prepararnos para lo mejor del día, la actividad que se realizaba por la tarde, algunas nos motivaban más que otras, entre estas se encontraban :
- Jugar al fútbol en el campo de fútbol 11 del club de la ciudad.
- Ir a la playa de Bakio.
- Hacer una ruta de senderismo a través del cañón de Délika, o subir a lo alto del monte Txarlazo, donde se encontraba la Virgen de la Antigua (y ver vacas que nos querían robar la merienda)
- Montar en barco.
- Visitar Bilbao y sus atracciones turísticas (San Mamés, Guggenheim).
Después de estas actividades, nos duchábamos en los vestuarios del club, y volvíamos al Monasterio para celebrar la Misa, rezar el rosario y cenar. La última actividad del día era una convivencia con otro grupo de chavales que también se alojaban allí, para jugar, hablar, ver pelis….. Tras eso rezábamos unos 10 minutos y agotados, nos íbamos a la cama.
Todo llega a un fin, y ahora poniendonos mas en serio, los alumnos vivieron una experiencia totalmente de Iglesia, “made in Arzobispal”, haciendo un pequeño sacrificio en sus vacaciones, para ayudar a gente que lo necesita, y con el único fin de sacar sonrisas, llevarse buenos recuerdos, y presumir de que han visitado San Mamés y han montado en barco.
Artículo escrito por S. Molina (4º ESO)