El nuevo día comenzó con gran intensidad, el líder del equipo de los Elfos (nosotros que os escribimos hoy), Jaime Domínguez, decidió que era buena idea machacarnos corriendo, haciéndonos hacer abominables abdominales y burpees (que para quien no sepa que es esto consistente en combinar flexiones con saltos verticales) sin duda esto no puede hacerlo todo el mundo: ¡hay que prepararse para la batalla! Después de esto, cerramos el comienzo del día rezando y así dimos paso a las tareas. Nos dividimos por equipos y cada uno hizo una tarea diferente:
- Limpiar el comedor
- Limpiar los cuartos
- Escribir el periódico
- Rezar el rosario
- Preparar la Eucaristía
- Y finalmente, la tarea más dura y a la vez más ansiada por todos: los baños. Ayer los hicimos nosotros y sobrevivimos: ¿podrán superar tan ardua prueba el resto de los equipos?
Tras ordenar y limpiar la casa, todo estaba listo para que comenzase la batalla. Esta consistió en unas durísimas olimpiadas en las que ni los más aguerridos griegos podrían haber participado: Atrapar la bandera, tirar de la soga, carreras difíciles, el pañuelo, carreras con sacos y por último el deporte que más nos gustó: Vóleibol con globos de agua.
Para reparar las fuerza, nos alimentamos con una fuente abundante de hierro, lentejas de Mordor y croquetas de la mejor taberna de la Tierra Media: sin duda, la comida por estos lares es tan buena como abundante. Después de un breve reposo, nos dimos cuenta de que la fuerza para la batalla no solo puede ser física sino que también tenemos que fortalecer nuestras mentes. Para ello, convocamos a los mejores magos de occidente para que nos instruyeran en sus artes catequéticas.
Una vez formados en las artes de la Libertad, merendamos un estupendo sándwich de paté. Sin duda, el mago Gandalf vio sus poderes limitados al no poder transformar todos los sándwich en los gustos de cada uno: especialmente la deliciosa Nocilla de la anterior merienda. Después de esto empezó la batalla del Bordón: haciendo todos un inmenso circulo, agarrados de los antebrazos, tirábamos con todas nuestras fuerzas y perdía el que se soltara. Acabamos sucios y llenos de tierra así que fuimos enviados a las duchas para prepararnos tanto física como espiritualmente para la Eucaristía: ¡por fin íbamos a tener al Señor en la capilla!
Una vez celebrada la misa, cenamos hamburguesas de carne de orco y pan de Hobbit. Acabamos el día con un juego nocturno donde había que superar distintas pruebas para recibir recompensas. Las malas lenguas dicen que todavía hay monitores escondidos pues nadie pudo encontrarlos.
Del día de hoy os podemos decir que estamos expectantes, pues vamos a hacer una marcha hacia la piscina de Gondor, donde comeremos y pasaremos parte de la tarde. Os mantendremos actualizados.