Fue un nuevo día. Sabíamos que iba a ser un día duro por la marcha y ejercicios, pero nos lo pasamos muy bien en este tipo de ejercicios y marchas.
Empezamos con unos ejercicios de estiramiento y ejercitación de abdominales o brazos.
Cuando estábamos a punto de terminar, vino un monitor llamado Eduardo y dijo: “¡vienen los San Fermines!” y apareció un “toro” que era en realidad un monitor llamado Guille que le perseguía otro monitor, Jorge, al que llamamos “Gigino”.
Después de los estiramientos y calentamientos fuimos un poco cansados al comedor y empezamos a desayunar. Más tarde, nos fuimos de marcha.
Antes de empezar con la marcha de verdad, hicimos una misa en una zona despejada de la zona. El altar estaba hecho de mochilas apiladas con un mantel encima, pero en ese momento las mochilas se cayeron en mitad de la misa y un sacerdote llamado Don Jose Antonio (que es el rector del seminario de La Rioja) tuvo que sujetar el cáliz y el pan para que no se cayera.
Cuando iniciamos la marcha, no tomamos el mismo camino que hicimos la última vez, sino que tomamos un desvío y nos fuimos a una zona rocosa y llena de helechos
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Algunos compañeros sufrieron saltos de garrapatas, pero gracias a Dios no picaron a nadie. El lugar donde comimos y descansamos fue en un lugar amurallado en el que, si seguías para arriba, llegabas a un castillo, pero no fuimos a ese lugar. Algunos compañeros se aventuraron a subir, pero, en menos de 20 minutos bajaron los compañeros que se aventuraron porque se confundieron de camino. Cuando terminamos de comer, bajamos por un camino arenoso y desviamos a un lugar lleno de helechos donde ocurrieron los saltos de garrapata. Al terminar la marcha, esperamos en un lugar donde se almuerza (pero no almorzamos) y nos recogieron Mauricio, Iñaki (un monitor que iba disparando locamente a la gente con una pistola de agua gritando: “¡SON ENEMIGOS, DISPARAAAAD!”) Don Sergio y Don Jose Antonio.
Al llegar a las piscinas del Conjunto Deportivo de Los Molinos, nos bañamos todos e hicimos un poco el tonto lanzándonos agua o incluso haciendo ahogadillas.
Cuando terminamos de nadar, fuimos directamente a la casa a cenar y a ducharnos. Cuando terminamos, nos hicieron un aviso de que íbamos a jugar a Rommel y Montgomery. Esta vez, Jimbo se redimió y venció la revancha que hicimos.
Finalmente dimos gracias a Dios con el rezo de las completas y nos fuimos a dormir.